Exposición

HORIZONTE DE UN PAISAJE PINTADO Paisajes colombianos de comienzos del siglo XX.

  • Fecha: del 4 de octubre al 2 de noviembre
  • Lugar: Museo de Arte del Tolima | Sala 3
  • Curaduría : Luis Fernando Bautista
  • Museografía : Luis Fernando Bautista


  • El paisaje en Colombia comenzó a afirmarse como género autónomo en la segunda mitad del siglo XIX, cuando artistas como Manuel Dositeo Carvajal lo liberaron de su función secundaria en escenas costumbristas o religiosas. Aunque la Academia de Bellas Artes y el costumbrismo contribuyeron a su legitimación, seguía siendo considerado un género menor dentro de la jerarquía académica. No obstante, como apunta Beatriz González, esta autonomía hunde sus raíces en la Expedición Botánica dirigida por Mutis, donde arte y ciencia confluyeron en la observación del medio natural. Sus láminas no solo aportaron conocimiento científico, sino que instauraron un modo de ver la naturaleza que vinculaba la representación artística con la verdad de lo observado, anticipando la sensibilidad paisajística del siglo XIX.


    Ya en los albores del XX, la figura de Andrés de Santa María (1860 -1945) resultó decisiva. Su contacto con el postimpresionismo europeo y su papel como director de la Escuela Nacional de Bellas Artes en 1904 introdujeron un lenguaje moderno en abierta tensión con el academicismo de la Regeneración. Como recuerda Ruth Acuña, su llegada coincidió con las reformas educativas del gobierno de Rafael Reyes (1849-1921), donde se enfrentaron la tradición académica y las artes aplicadas. Su influencia fue tanto estética como institucional, y abrió caminos para nuevas generaciones.


    En este marco, artistas como Ricardo Borrero Álvarez, Jesús María Zamora y Ricardo Gómez Campuzano consolidaron el paisaje como espacio de identidad. Sus obras, muchas en formato tableautin, capturaron atmósferas de la Sabana de Bogotá, del Tolima o de los Andes. Lejos de ser bocetos, eran piezas acabadas que respondían al gusto refinado de una élite emergente.


    Sin embargo, como advierte Ricardo Malagón Gutiérrez, el paisaje es también cultura. Bajo la serenidad de cerros y sembradíos se ocultaban procesos como la concentración de tierras, la expansión cafetera y la transformación de ecosistemas en agrosistemas productivos. Estas imágenes funcionaron como dispositivos culturales que legitimaban un orden social excluyente.

    Finalmente, la llamada Escuela de la Sabana, más que un grupo cohesionado, constituye una categoría historiográfica —como advierte Marta Fajardo— útil para reconocer afinidades, pero limitada si se asume como escuela en sentido estricto.


    El Museo de Arte del Tolima invita a contemplar, cuestionar y dialogar con estos paisajes: contemplar su belleza formal, cuestionar las tensiones sociales y ambientales que los atraviesan, y dialogar con la historia del arte que los enmarcó. Estas pinturas, más que recuerdos del pasado, son documentos vivos que iluminan los debates sobre territorio y memoria en nuestro presente.


    Artistas participantes:

    Ricardo Borrero Álvarez (1874–1931)

    Jesús María Zamora (1871–1948)

    Ricardo Gómez Campuzano (1891–1981)